El Ave Fénix es un símbolo, un animal mitológico que aparece con distintos nombre y cargas alegóricas en los cuatro rincones de la tierra: desde Fêng-Huang en China, hasta Quetzal en centro-América; desde Garuda en la India hasta el nombre con el cual lo conocemos aquí, que deriva del griego Phoenicoperus. En general este ave hace referencia a la ascensión, a nuestra naturaleza que nos lleva a aproximarnos a lo excelso, al Sol como elemento creador y perfecto. [p]
La parte más interesante del mito del Ave Fénix tiene que ver con la resurrección. De hecho, ese movimiento natural hacia lo perfecto no es un camino lineal. Tiene altibajos, éxitos y fracasos, alegrías y penas. El Ave nos habla de la conciliación de esa dualidad, de que la vida se despliega con su sucesión de subidas y descensos, que se entrelazan de manera cíclica y armoniosa. [p]
La enseñanza que nos transmite se encuentra en que el Ave Fénix prevé su muerte: la prepara y la celebra. Hace un nido con especias y ramas de plantas aromáticas que le ayudan a transformar el fin en un nuevo comienzo. Pierde todo para volver a ganar la vida. En esta aceptación del movimiento dual de la experiencia está su gran mensaje. [p]
Como humanos, somos únicos y disponemos en nuestro interior de una fuerza que nos permite morir y renacer. Cualquier fracaso es una pequeña muerte: está en nuestras manos que se vuelva el fin, la aniquilación, o al contrario una puerta hacia una nueva existencia, mejor y más evolucionada.