Se trata de una de las prácticas centrales del yoga y permite alcanzar un elevado grado de consciencia a través de la respiración. El Pranayama hace referencia a un conjunto de técnicas que buscan el control del prana, la energía vital, por medio de la respiración.
Prana, en sánscrito, es una sola palabra cuyo significado está unido a la energía cósmica y la vida. Por otro lado, Yama significa restricción. Según el yoga, el prana es una energía que encontramos en todo el universo en constante transformación y movimiento, generando vida. Conecta directamente con nuestro lado astral y nos permite vivir en un estado constante de consciencia.
No obstante, el prana no solo circula por nuestro lado energético, sino que también se hace presente en nuestro propio cuerpo a través de la respiración. Inhalar y exhalar de forma adecuada nos proporciona una gran energía que permite elevar las defensas de nuestro organismo y permite a nuestras células realizar todas sus funciones de manera correcta, eliminando de forma óptima todas las toxinas que afectan a nuestro organismo y cumpliendo de manera efectiva con los procesos de regeneración y digestión, entre otros. Con ello, no solo nuestro cuerpo está mejor, sino que nuestro bienestar externo encuentra el equilibrio.
Nuestra respiración está totalmente vinculada con nuestro sistema nervioso, por lo que solo a través de una respiración profunda, adecuada y plena seremos capaces de calmar nuestra ansiedad y conseguir un estado de claridad mental, optimismo y estabilidad emocional. Abrir el pecho ante una respiración profunda y total es abrirnos al mundo, abrirnos a la vida.
La manera de realizar esta práctica del yoga se puede dividir en cuatro partes o ritmos:
Para adentrarnos de forma adecuada en el mundo del pranayama, vamos a comenzar explicando unos breves y prácticos ejercicios para todos aquellos que quieran iniciarse en esta beneficiosa actividad. Nos ayudarán a relajarnos a diario y a paliar la ansiedad derivada de la frenética rutina del día a día.
La inspiración y la espiración deben realizarse ambas por la nariz. Con la respiración abdominal debemos notar como el abdomen se mueve constantemente. Si este ejercicio te cuesta, un consejo puede ser tumbarnos boca arriba en la cama y colocar sobre el abdomen un objeto, notando como este se eleva y desciende.
Deberás colocarte de pie, con las rodillas semiflexionadas y algo separadas y el cuerpo un poco hacia adelante. Coloca tus manos sobre las rodillas y flexiona los codos. Toma aire con calma, pero intenta realizar la espiración con energía. Las espiraciones deberán realizarse cada dos segundos.
Es importante poder escuchar tu propia respiración, por lo que esta práctica deberá realizarse con el estómago totalmente vacío.
Para tapar la fosa nasal izquierda, se utilizarán el dedo anular y el meñique.
Para realizar esta respiración alterna, deberás sentarte con la espalda erguida sobre una silla o adoptar la posición de loto.
Repite el ciclo una segunda vez.
Cuando empieces a realizar esta respiración, puedes dedicar el mismo tiempo tanto para inspirar como para espirar. Conforme vayas adaptándote, puedes ir cambiando estos tiempos, procurando que las retenciones de aire sean más largas.
El proceso es el siguiente:
Repite el ciclo una segunda vez.
Intenta que las espiraciones duren más que las inspiraciones, observando en todo momento tu respiración. Si notas que has inspirado demasiado aire, realiza unas inspiraciones más cortas y menos profundas.
La ventaja principal de Pranayama es que no requiere de ningún tipo de esfuerzo físico ni económico. Partiendo de aquí, el Pranayama permite incrementar la capacidad pulmonar, favoreciendo la regeneración de las células de nuestro cuerpo. Nuestro ritmo de vida provocan que no seamos conscientes de nuestra propia respiración; respiramos de forma acelerada, lo que no provee del oxígeno necesario a nuestras células. Gracias al Pranayama aportamos a nuestros pulmones la fuerza necesaria para sobrellevar de forma positiva el día a día. Al ser una práctica centrada en la mente, ayuda a calmarla y relajarla, aumentando el bienestar interno de la persona.
La concentración también se mejora con el Pranayama, ya que posamos nuestra atención en respirar; eliminamos los pensamientos negativos y alcanzamos la paz y el equilibrio físico, emocional y mental.
Con esta actividad, aprendemos a respirar de manera correcta, empleando nuestros pulmones de manera efectiva y mejorando la circulación de la sangre al llevar más oxígeno hasta el último rincón de nuestro cuerpo.
La paz y el bienestar está al alcance de todos.